Durante décadas, el cachopo fue un tesoro bien guardado de Asturias. Un plato contundente, familiar y glorioso, conocido y venerado por los locales y los visitantes de la región. Sin embargo, su estatus como fenómeno nacional de la gastronomía española no era un hecho, sino un potencial.
Para que un plato regional se convierta en un icono cultural que trascienda fronteras geográficas, necesita dos cosas: una innovación audaz y una plataforma mediática que lo catapulte. En la historia del cachopo, el artífice de ambas fue Juanjo Cima, restaurador de Las Tablas del Campillín (Oviedo) y La Taberna Asturiana (Gijón).
Cima no solo perfeccionó la receta y la dotó de prestigio a través de una vitrina de más de 17 premios, sino que entendió perfectamente el mecanismo de la viralidad en la era moderna.
El Mecanismo Cima: De la Excelencia al Espectáculo
La verdadera genialidad de Juanjo Cima reside en su capacidad para mezclar el rigor culinario con el show business. En lugar de limitarse a ganar premios en concursos gastronómicos, se centró en crear piezas lo suficientemente curiosas y divertidas como para captar la atención de los programas de televisión y las redes sociales.
1. La Creación del “Caracachopo”: La innovación clave para el salto mediático fue el “Caracachopo”. Este no es solo un plato, es un concepto. Juanjo tomó el cachopo, lo redujo a un formato pequeño y lo presentó envuelto de una manera original, ideal para el formato audiovisual y el humor. Esta creación fue su boleto de entrada a la televisión.
2. La Plataforma Clave: El Poder del Talk Show La participación de Juanjo Cima en programas de gran audiencia, como talk shows y late nights, fue decisiva. Al presentar el “Caracachopo” en directo a personalidades influyentes, Cima logró tres objetivos simultáneos:
- Humanizar el plato: Lo despojó de la formalidad gastronómica y lo presentó como un objeto de curiosidad, humor y deseo.
- Generar Conversación: La gente que nunca había oído hablar del cachopo, ahora lo buscaba. Los medios hablaban de él.
- Crear un Deseo de Viaje: Al ver al creador del plato, el espectador es impulsado a visitar sus restaurantes.
El Beneficio Colateral: Un Boom para la Gastronomía Asturiana
El “Efecto Cima” no solo impulsó sus propios negocios, sino que sirvió como un motor de marketing para toda la gastronomía asturiana. La visibilidad que Juanjo Cima le dio al cachopo hizo que miles de personas lo añadieran a su lista de “imprescindibles” al visitar el Principado.
De repente, la gente no solo viajaba a la costa para disfrutar del paisaje, sino para probar el plato viral. Y esto tiene un impacto directo en la planificación turística. Si planeas comer Gijón o en Oviedo, el cachopo ya no es una opción, sino una parada obligatoria.
El fenómeno mediático ha consolidado al cachopo como la insignia culinaria no oficial de Asturias en el resto de España, demostrando que en el mundo gastronómico moderno, ser un gran cocinero es solo la mitad del trabajo; la otra mitad consiste en ser un gran comunicador.
